El nuevo milenio trajo consigo la apertura de las memorias que no habían sido reflejadas en la historia oficial chilena después del golpe de estado de 1973 y la consecuente dictadura. Los “hijos de la dictadura”, como se le ha venido a llamar a los escritores marcados por el año de su nacimiento —1970—, han entrado al campo literario chileno echando abajo los silencios, boicoteando la historia, posicionando sus recuerdos como protagonistas de narraciones cargadas del clima dictatorial bajo el que crecieron. Entre ellos se encuentra Nona Fernández, cuyo ejercicio narrativo es definido por Mara Medel a partir del sustantivo “memoria”. Cada una de sus novelas, con intensidades distintas, se erige sobre el obsesivo ejercicio nemotécnico por parte de los personajes. Así, los pequeños recuerdos individuales desembocan en la indagación de historias colectivas. Obra que acerca a su lector a la literatura chilena a través de su historia contemporánea y se ha de centrar en una autora resignificada: Nona Fernández.